jueves, octubre 26

Goethe y Hegel.

Pocas son las personas a las que envidio. Una de ellas es Johann Peter Eckermann, secretario particular de Goethe durante los ultimos años de su vida. Como muestra basta un botón. En esta conversación que a continuación transcribo, y en la que estaba presente el "envidiable secretario", tomando nota de los hechos más relevantes, se desarrolla una amena charla entre Hegel y Goethe. Idelismo vs realismo.


Jueves, 18 de octubre 1827

Se encuentra con nosotros Hegel, una personalidad a quien Goethe considera mucho, aun cuando algunos de los frutos que ha engendrado su filosofía no sean muy gratos al paladar del poeta. Goethe ha ofrecido esta tarde un té en honor de tan ilustrísimo huesped, al que asistió también Zelter, que tenía que marcharse de nuevo aquella misma noche.

Se habló mucho de Hamann. Hegel dirigió la conversación, y expresó sobre aquel espíritu extraordinario unos puntos de vista tan fundamentales que hubiese podido salir de ellos un profundo y concienzudo estudio del tema.


Luego derivó la conversación hacie la esencia de la dialéctica.


-En el fondo no es otra cosa -dijo Hegel- que la regulación culta y metódica del espíritu de contradicción que cada hombre lleva consigo y que se muestra en toda su grandiosidad cuando intenta diferenciar lo verdadero de lo falso.


-Menos cuando abusa -repondió Goethe- de estas artes y habilidades del espíritu y las emplea simplemente para trocar lo falso en verdadero y lo verdadero en falso.


-Eso sucede algunas veces, es cierto -repuso Hegel-, pero sólo en personas que tienen espíritu enfermo.


-Es por lo que encarezco -dijo Goethe- al estudio de la naturaleza, que no permite tal dolencia , pues en ella tenemos por objetivo lo infinito y eternamente verdadero que rechaza al punto por insuficiente a todo aquel que no es honrrado en la manera de observar y tratar su objeto. Y estoy cierto también de que cualquier enfermo de dialéctica puede hallar un buen remedio en el estudio de la naturaleza.


Estábamos aun en plena discusión de los más interesantes temas, cuando Zelter, levantándose, se marcho sin decir una palabra. Todos sabíamos que le impresionaba despedirse de Goethe y que escogía aquel delicado expediente para evitar el momento doloroso.


Johan Peter Eckermann. Conversaciones con Goethe