jueves, abril 7

Mx 06/04/11

Ayer fue la marcha en contra de la violencia en México. No sé en cuántas ciudades se marchó, ni cuántos fueron los marchantes en cada lugar. Espero que un chingo. Los números no importan. Un día después, los opinólogos descalifican el gesto civil. Se leen twitazos del tipo: "menos marchas y más compromiso". O pendejadas como: "¿En verdad crees que así se acaba la violencia? En verdad crees que este gobierno escucha a su sociedad. En verdad crees que los "malosos" (Zedillo dixit) cederán ante tus demandas. [La primera es pregunta, las demás no]". U otras peores con pretensiones chistosonas:""ni uno más"... ¿y si lo piden "por favorcito" funciona?""

Lo que repudio no es la inacción sino la arrogancia. Esa cómoda posición housiana de quien cree ver las cosas con mayor claridad que la perrada, de quien secretamente cree poseer la verdad y se regodea en los tumbos que dan los ignorantes. Reclamar compromiso, via twitter, no es menos ingenuo que salir a marchar una tarde con miles de pelados nada más para hacer montón. Hablar de compromiso no es menos escurridizo que pedir justicia. Sí: se necesita compromiso y justicia y un espacio público (de prefencia libre de creencias no-políticas) y prudencia, sobre todo, y euphya, por aquello del humor. Hasta para vomitar conceptos políticos es condición reafirmar la pertenencia a una comunidad política a la que dichos términos sean atingentes.

Pensar que marchar buscaba solucionar el problema, es una estupidez. ¿Qué creyó el tonto aquél? ¿Que los participantes de la procesión civil pensaroon: "cuando lleguemos al Zócalo la violencia habrá terminado"? ¿O que dijeron: "ahora sí, nos van a escuchar..."? Evidentemente, cualquier manifestación no busca solucionar algo. Se trata más de un ejercicio catártico, de un esfuerzo por reiterarse a uno mismo que disfruta de algún derecho presuntamente democrático. Manifestarse es la única prerrogativa democrática de la que actualmente goza un ciudadano en México.

Ahí viene el listillo que dirá: "para eso está el voto". A él, habrá que recordarle que: a) ante un sistema electoral como el nuestro el voto es una práctica política tan eficaz como tirarse un pedo: a.1) escasos 10 años de alternancia política, a.2) ni siquiera se tiene la certeza de que la úlitma elección presidencial haya sido transparente; a.3) la multiplicación de partidos políticos confunde mayoría con pluralidad; a.4) idearios políticos tristes, incongruentes y pantomímicos; a.5) flexibilidad electoral (alianzas, coaliciones) que ensartan combos políticos e impiden el "castigo" electoral; a.6) indiferencia político a la opinión ciudadana (v.gr. consulta PAN/PRD en Edo. Mex.), a.7) representatividad democrática inexistente en sendas Cámaras... plurinominales, sindicatos, financiamiento federal de partidos políticos, caudillos... Prefiero marchar cada tercer día soñando que el Presidente me recibirá en su despacho, con su gabinete reunido, para escuchar mi opinión, que esperar cada tres años para simular que delego mi presunta potestad política a un cuate que velará por mí.

En un sistema mierdero como el nuestro marchar "reclamando" justicia, seguridad, alto a la violencia, es la única oportunidad para sentirse parte de una democracia; para gritar la inconformidad. "¿Y después qué?" Nada. "Pero sigue habiendo violencia...". Sí. "¿Entonces para qué?" Por puro capricho y pudor político. La pregunta me recordó a Primo Levi: ¿por qué se empecinaba en bañarse con agua hedionda en pleno Auschwitz? No por higiene sino para reiterarle a aquellos que no era un animal: para confirmarse como ser humano mediante sus acciones. Más o menos, creo, esa marcha va así. ¿Para que chingados marchar si: no voy solucionar nada, si no me van a escuchar, si no voy a madrearme a ningún político o a ningún criminal? Para recordarnos que no obstante las circunstancias, formamos parte de una democracia. Para que a través del ejercicio de la última prerrogativa democrática real, caminar al lado de muchos cabrones más para reclamar, recordarnos que formarmos parte de una comunidad política en la que unos sirven, otros parasitan y otros sirven parasitando.

Y ya vi a otro listillo venir con la objeción: entonces nos la pasaríamos en la calle manifestándonos...; entonces cualquiera podría marchar para hacerse escuchar... Baste decir que no es lo mismo decir "la pelota rosa, que rósame las pelotas". El derecho a manifestarse nunca es el primer recurso.

(Confieso que el plural mayestático es hipócrita. No marché, no vivo en México, no envié un solo correo, no difundí ningún póster. De haber estado allá, no estoy seguro de haberlo hecho: quizá por huevón, negligente, cobarde u obediente a un patético deber laboral, me habría mantenido alejado ---ya no de la marcha, sino de la zona para evitar el tráfico---. Pero estoy seguro que no hubiera mamado con que "son pendejadas").