Goethe y Hegel.
Pocas son las personas a las que envidio. Una de ellas es Johann Peter Eckermann, secretario particular de Goethe durante los ultimos años de su vida. Como muestra basta un botón. En esta conversación que a continuación transcribo, y en la que estaba presente el "envidiable secretario", tomando nota de los hechos más relevantes, se desarrolla una amena charla entre Hegel y Goethe. Idelismo vs realismo.
Jueves, 18 de octubre 1827
Se encuentra con nosotros Hegel, una personalidad a quien Goethe considera mucho, aun cuando algunos de los frutos que ha engendrado su filosofía no sean muy gratos al paladar del poeta. Goethe ha ofrecido esta tarde un té en honor de tan ilustrísimo huesped, al que asistió también Zelter, que tenía que marcharse de nuevo aquella misma noche.
Se habló mucho de Hamann. Hegel dirigió la conversación, y expresó sobre aquel espíritu extraordinario unos puntos de vista tan fundamentales que hubiese podido salir de ellos un profundo y concienzudo estudio del tema.
Luego derivó la conversación hacie la esencia de la dialéctica.
-En el fondo no es otra cosa -dijo Hegel- que la regulación culta y metódica del espíritu de contradicción que cada hombre lleva consigo y que se muestra en toda su grandiosidad cuando intenta diferenciar lo verdadero de lo falso.
-Menos cuando abusa -repondió Goethe- de estas artes y habilidades del espíritu y las emplea simplemente para trocar lo falso en verdadero y lo verdadero en falso.
-Eso sucede algunas veces, es cierto -repuso Hegel-, pero sólo en personas que tienen espíritu enfermo.
-Es por lo que encarezco -dijo Goethe- al estudio de la naturaleza, que no permite tal dolencia , pues en ella tenemos por objetivo lo infinito y eternamente verdadero que rechaza al punto por insuficiente a todo aquel que no es honrrado en la manera de observar y tratar su objeto. Y estoy cierto también de que cualquier enfermo de dialéctica puede hallar un buen remedio en el estudio de la naturaleza.
Estábamos aun en plena discusión de los más interesantes temas, cuando Zelter, levantándose, se marcho sin decir una palabra. Todos sabíamos que le impresionaba despedirse de Goethe y que escogía aquel delicado expediente para evitar el momento doloroso.
Johan Peter Eckermann. Conversaciones con Goethe
Jueves, 18 de octubre 1827
Se encuentra con nosotros Hegel, una personalidad a quien Goethe considera mucho, aun cuando algunos de los frutos que ha engendrado su filosofía no sean muy gratos al paladar del poeta. Goethe ha ofrecido esta tarde un té en honor de tan ilustrísimo huesped, al que asistió también Zelter, que tenía que marcharse de nuevo aquella misma noche.
Se habló mucho de Hamann. Hegel dirigió la conversación, y expresó sobre aquel espíritu extraordinario unos puntos de vista tan fundamentales que hubiese podido salir de ellos un profundo y concienzudo estudio del tema.
Luego derivó la conversación hacie la esencia de la dialéctica.
-En el fondo no es otra cosa -dijo Hegel- que la regulación culta y metódica del espíritu de contradicción que cada hombre lleva consigo y que se muestra en toda su grandiosidad cuando intenta diferenciar lo verdadero de lo falso.
-Menos cuando abusa -repondió Goethe- de estas artes y habilidades del espíritu y las emplea simplemente para trocar lo falso en verdadero y lo verdadero en falso.
-Eso sucede algunas veces, es cierto -repuso Hegel-, pero sólo en personas que tienen espíritu enfermo.
-Es por lo que encarezco -dijo Goethe- al estudio de la naturaleza, que no permite tal dolencia , pues en ella tenemos por objetivo lo infinito y eternamente verdadero que rechaza al punto por insuficiente a todo aquel que no es honrrado en la manera de observar y tratar su objeto. Y estoy cierto también de que cualquier enfermo de dialéctica puede hallar un buen remedio en el estudio de la naturaleza.
Estábamos aun en plena discusión de los más interesantes temas, cuando Zelter, levantándose, se marcho sin decir una palabra. Todos sabíamos que le impresionaba despedirse de Goethe y que escogía aquel delicado expediente para evitar el momento doloroso.
Johan Peter Eckermann. Conversaciones con Goethe
9 comentarios:
No estoy segura que Goethe entendiera el idealismo de Hegel. Y si lo entendía, no creo que fuera a profundidad. Y aun más. Quién sabe si el propio Eckermann, el narrador de esta charla, supiera algo de la complicada dialéctica hegeliana.
Me gustó mucho el blog.
Felicidades.
¿Por qué todos utilizan nobres tan extraños? ¿Quién demenios es Lord Chandos?
Sí, ¿por qué todos utilzian nombres extraños?
Coincido contigo, Lord Chandos, en que Eckermann es un tipo de envidiar. Lo que no daría por haber presenciado alguna conversación entre estas dos grandes personas... ¿Quién no desea haber convivido con el gran literato, haber conversado con él sobre sus novelas? Eckermann pudo mucho más. Me hubiera gustado estar en la mima posición que él.
Pero más envidiable es, me parece, haber sido el mismo Goethe.
La envidia, me parece, surge de algo que es alcanzable, aunque sea idealmente. Me explico. Idealizándome, sería capaz de afirmar que, si hubiera vivido en la época de Goethe, en Weimar, y con toda la suerte de mi lado, probablemente hubiera sido el secretario particular del Poeta de Franckfurt (considera todas las condiciones que menciono).
En cambio, pensar en ser Goethe es tan inconcebible, imposible, inimaginable, que tener envidia sería absurdo; antes bien admiración y perplejidad por una figura tan eminente. Lo mismo con Hegel.
Saludos.
P.S. usuaria anónima: yo tampoco estoy seguro que Goethe entendiera la enrevesada filosofía hegeliana.
Yo envidio a John Elway, quien -por cierto- seguramente no entiende a Hegel.
(¿No es pedante ser capaz de decir quién entiende y quién no entiende a Hegel? ¿No sería pedante incluso si lo dijera Hegel?)
Estimado Jack:
En tu caso, ni idealizándote máximamente, podrías llegar a ser el grandísimo John Elway. Simplemente, es un sueño guajiro. Por tanto, mi estimado capitán, más que envidia, el buen John te merece respeto reverencial: alto, fuerte, atlético, carismático, guapetillo y excelente jugador de americano. Podría decirse (nótese el ¨se¨ impersonal) estás en las antípodas -menos por lo de fuerte, atlético y guapetillo.
Salud,
Lord Chandos.
Estimado Lord:
Es usté demasiáo duro con el chaval. No sea así, tan fuerte. Míre que le basta ser él para ir así de él por la vida. No necesita cargar, encima, complejos surgidos de la conciencia profunda de no ser una estrella del fútbol americano.
Salud!
¿Qué saben ustedes de la carga de la conciencia profunda de no ser una estrella de futbol americano?
... eso ¿lo entendería Hegel?
Rama me dijó una vez que cuando Hegel estaba escribiendo sólo él y Dios entendían lo que hacía. Cuando acabó de escribir, sólo Dios.
Aplausos
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