El nómada.
Don Diego había envejecido. Su barba estaba abundosa, crespa y candida como una ola rompiendo en un peñascal, y su cabellera larga, hirsuta y blanca como una encina nevada.
A poco de expatriado, rodaba el Caballero de consulado en consulado español. Y así arrastro su hambre por las tierras americanas, y arribó a la vieja Europa. Vio artistas y hombre s de sabiduría; de ellos calvos, de ellos con barbas y cabelleras proféticas como las suyas. Y las quiso tiernamente, porque al volver a su patria vencido y miserable, ellas guardarían la evocación de su vida peregrina, horra de miradas tenaces de paisanos.
Gabriel Miró.
Me imagino que una cabellara profética es algo así:
3 comentarios:
¡Merol!
Así o un poco más si se puede.
¿Qué tal una como la de Leonardo Boff?
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