Lo que me faltaba por ver.
He visto muchas cosas en el Periférico: boquetes del tamaño de una llanta de trailer, que sólo por el Destino o la Providencia he podido evitar; hombres en bicicleta – no en la lateral, no; en pleno carril central –, hombres muertos, hombres accidentados, revistas a mogollón esparcidas por todos los carriles; trozos peligrosísimos de la malla ciclónica mezclada con cemento que separa la vía sur de la norte; automóviles que sólo explican su marcha por una mediación actual y potente de Dios en la historia; perros muertos y perros vivos a punto de morir; llantas, tapones de choches, sangre… hombres simiescos, hombres rata, hombres mapache, mujeres felinas, mujeres marsupial… y un largo etcétera, al que todos podríamos aportar algo. Pero hoy México superó todas mis expectativas: me encontré un cerdo muerto. Grande el canijo. Muy grande, mejor dicho. Hablo de un cerdo; sí. Un cerdo como los que nos comemos. Uno de esos que la ley mosaica prohíbe engullir al Pueblo elegido. Un tocino, un jamón serrano, una chuleta, una lengua en taco, una trompa con perejil, un cuerito en vinagre, un chicharrón en salsa verde, una sopa de rabo, cerdas para limpiar zapatos… En definitiva: un cerdo hecho y derecho.
El desafortunado porcino se encontraba con las patas para arriba, tensas por la muerte repentina, en el carril de alta velocidad. Tan inverosímil me pareció, que por un momento pude haber jurado que me encontraba en un sueño, en una novela dadaísta o en un cuadro del Genio de Figueras. Volví a la realidad al tener que esquivarlo. Pude apreciar, en ese instante de cercanía, un tirabuzón, un hocico cónico, una sonrisa macabra (sardesca), una mirada de cansancio: cortedad de ojos rubios, unos perniles cebados y unas orejas puntiagudas fláccidas. El cuerpo intacto y exangüe. Me dio mucho miedo y lástima. Comprendí fugazmente – una vez más – la sordidez del mundo, la maldad del hombre y la negligencia de un orden cósmico impersonal. Visión, en definitiva, luctuosa.
No quisiera ahondar más en la descripción de ese desafortunado cebo con patas porque podría tener pesadillas en la noche –soñaría probablemente con un aquelarre. También para evitar que se me tache de necrófilo. Y por último, para no herir susceptibilidades (gastronómicas, estéticas, poéticas…) de los lectores (2 ó 3, creo).
¡México: muy mal una vez más!
11 comentarios:
Si Breton existiera, tendría envidia de tí.
uy amigo, yo me hubiera desmayado, lo que habría sido un pasaje seguro para secundar al cerdito en posición "estiré la pata".
Me dió náuseas leer el texto. No por malo, al contrario, porque me imaginé al cerdito aquel. De por si odio comer puerco (excepto algún tocinito o jamoncito), siempre me han resultado grotescos esos animalejos, vamos que ni siqueira Babe el puerquito valiente me resultó tierno...
Por otra parte, aunque usté siempre tiene un dejo apocalíptico en lo que dice (jeje, me acuerdo cuando decías que alguna vez te dieron ganas de salir de tu coche y gritar que México está en el hoyo...), la ironía no tarda en aparecer... misantropía e ironía, dos fenómenos siameses?
Larga vida a Sir Ph. Lord Chandos.
Phoenix
Nota Bene: El lunes me acordé de ti porque fui a Gandhi y oh! sorpresa!: encontré la edición en Alianza de "Diario de un poeta recién casado" de Juan Ramón Jiménez, bien mono el libro de pasta dura en su cajita.
Así que esa será parte de mis lecturas en diciembre.
Un abrazo.
Muy bien por eso de: Muy grande el canijo.
Honestamente, a mí el texto no me dio náuseas ni nada. Esperaba más. Al fin, amigo, ya sabes que soy un necrófilo-personalista-me-contradigo-me-convierto-en-planta.
Un abrazo!
Al fin: el justo medio, es siempre el medio entre dos extremos.
Rodrigo: yo creo que Bretón envidiaría a cualquier ciudadano capitalino. ¿No dijo nuestro autor francés que ¨México es surrealista¨? Salud!
Phoenix: en efecto, soy apocalíptico o, como yo prefiero decirlo, escatológico. De ahí que me asalte con tanta frecuencia la Weltschmerz, carajo. Parezco el joven Werther.
Muy bien Juan Ramón. Espero que te re-encuentres con él.
Deberemos libar en corto tiempo.
Diego, amigo: eres demasiado morboso para mí. El texto no está pensado para un necrófilo; sólo busqué una forma de catarsis para no llorar. Pero si quieres, cuando nos veamos, puedo hacerte una descripción pormenorizada -plástica a más no poder - del chonco fenecido. Tú invitas el vino; yo, los adjetivos idóneos para narrar la estampa.
Salud y abrazos a todos.
Tétrico.
ahí te va uno más jocoso para el largo etcétera:
http://okumene.blogspot.com/2007/12/faith-and-politics.html
He de estar muy mal. No me impactó en absoluto.
Mataron a BABEEE!!! no no que mal está el mundo me cai, uno sufre mucho al ver esas cosas ahi nomás tiradas a medio carril. DIOOOOS; porque nos has abandonado...
Cuantos tacos habrian salido dese pobre animal, y ahi, muerto en el periferico sin que un alma caritativa lo levante y lo lleve al taquero más cercano para cumplir con su misión en la vida... no no, estoy muy triste.
Que triste post, pior que leer l amuerte de lady Di, la madrina a fabiruchis, triste muy triste.
DIOS!!
El amigo Garcin es un insensible
Te impactó porque no tenía intermitentes o el triángulo de reflejantes, o porque lo bajaron de un pecero por no pagar. Es México, lo que te impactó no es el cerdo,sino que no avisara.
De acuerdo, Santi.
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