miércoles, julio 9

La formulación más extrema de la pregunta filosófica.

Todo lo humano ha sido asumido por el Verbo encarnado y puesto al servicio de la obra reveladora y redentora. También la filosofía y su pregunta, o mejor, la humanidad que filosofa, queda implicada en la unidad humano-divina de Cristo. La pregunta filosófica, en efecto, no es destruida por Cristo, sino que es auténticamente asumida y llevada a su formulación más extrema en la pregunta del Calvario: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". En ella quedan asumidas las preguntas filosóficas ante los enigmas de la libertad humana y de la omnipotencia divina, del sufrimiento y de la muerte, de la culpa y la retribución, de la certeza y de la duda, y, en definitiva, la cuestión básica del ser y su sentido. En la boca del hijo abandonado la pregunta humana adquiere una densidad inaudita, de que nos es capaz ningún filósofo o justo sufriente...
En el momento en que se desgranan las palabras de Jesús en la cruz, el Padre comunica su plabra más sonora y definitiva: "Porque tano amó Dios al mundo que dio a su hijo único (Jn 3, 16) (...). Únicamente la Cruz puede ser la última exégesis de Dios, quien en ella, y de una vez para todas, se muestra como amor.
Hans Urs Von Balthasar.