lunes, enero 3

Experimento sobre la razón y la religión


El siguiente cuento presenta una posible conversación de Año Nuevo entre dos amigos que ha mucho no se han visto. Así que deciden felicitarse y hablar de tonterías. Aunque no sea de mucho interés, lo escribimos igualmente.

Cateto: ¡O Feliz Año, Mileto!

Mileto: ¡O, Cateto, hijo de hombre!

Cateto: ¡Hola, hola!

Mileto: Felices Navidades a ti, y un año muy feliz, feliz.

Cateto: ¡Muy igualmente!

Mileto: Y a tu esposa, también, que ya no eres solo, sino “una sola carne”.

Cateto: ¿Andas de vacaciones? ¿Anduviste?

Eso es. Ahora pienso en bivalente.

Mileto: Ya no. Ya no.

Cateto: Cosa rara.

Mileto: Anduve muy vagamente.

Cateto: ¡O!

Mileto: El 27 entré a Ejercicios Espirituales Ignasianos.

Con el Chumgabwamba.

Cateto: Yo he estado de flojo estos días; no sé mucho por contarte.

Lo más excitante que me ha pasado hoy es que compré café colombiano.

Está bien rico.

Mileto: Jajaja

¡Amigo, todo es gracia!

Cateto: Yea!

… ¿Y esto?

Mileto: ¿¡No es así!?

Estoy consolado, amigo.

Muy mucho.

Podría, querría salir a gritarle a los hombres el consuelo

La necedad del mundo.

Cateto: ¡Vaya! ¿A ver?: ¿cuéntame déso?

Mileto: La grandeza del amor.

El sufrimiento de los hombres, esa que es la gran maravilla del Universo.

Porque mereció que un Dios lo abrazara hasta facerlo suyo todo.

Y hacer nuevas todas las cosas

Que una luz ha aparecido en lo alto.

Cateto: ¡Tu-wow!

Mileto: Y se ha hecho niño de hombre.

Cateto: Te escuchas muy impresionado

¡Qué bien!

Has tenido una buena experiencia desde el 27, entonces…

¿Cómo salió eso?

Mileto: Sí, Kid.

Conocí a Jesús, a quien sólo sabía de oídas.

Confirmamos que es hora del Año de Gracia ahora.

Cateto: ¡Jópetas!

Mileto: Que el Reino verdaderamente está aquí, entre nosotros.

Cateto: ¡Pero vaya, Mileto!

Cuéntame con orden y así.

¿A dónde fuiste?

¿Y qué vas a hacer ahora?

Mileto: Jajaja

A ver.

Mileto: En El Sotanillo, la iglesia de los Misioneros del Augusto Corazón, nos reunimos Chumgabwamba y yo, y Alexander y otros dos.

Alexander preparó y presidió los EE EE.

Mileto: Siguiendo rigurosamente las indicaciones del propio Ignasio

Cateto: Oh, genial. ¿Y con todos los ejercicios de los sentidos y toda la cosa?

Mileto: De apoyo: Rahner, en sus meditacionnes sobre los EE EE.

Cateto: A priori, imaginaría que esas “metodologías” no te interesarían demasiado…

Pero suena muy bien

Mileto: Y luego una selección de textos para las meditaciones, rompemadres.

Agustín, Boff, el Proslogion

Cateto: ¿Había meditaciones? ¿Cómo son?

Mileto: Individuales, con un guión rígido a ese efecto redactado por Ignacio (increíblemente flexible, por otro lado).

Cateto: Oh.

Mileto: Hay meditaxiones y contemplaciones.

Cateto: O sea, ¿ascesis y mística?

Mileto: En unas: tocar, palpar, sentir la vida del Nazareno, el pecado y sus consecuencias, el significado de la Encarnación, etc.

En las meditaciones, atraerlo a la vida propia y según las circunstancias concretas.

Mileto: El proposito de los EEEE es, a través de una experiencia inmediata de Dios en la propia vida, discernir su voluntad para ella.

Cateto: Esta pregunta sonará un poco fragmentaria y altiva, lo siento.

Pero: ¿funciona?

Mileto: ¡Ya te digo yo!

Cateto: Buah.

Mileto: jajaja

Cateto: Es que eso de los Ereignis y la experiencia nunca he entendido cómo se come.

Mileto: jajaja

No se come.

Dejas que te coma.

Cateto: Por eso. Pero: ¿el qué? Bueno, al menos te tomo la palabra: funciona, pues. Hay una experiencia. ¿Y luego?

Mileto: El Viento.

Te toma.

Cateto: Olvídalo: no vamos a empezar aquí a jugar yo al descifrador de San Jaun de la Cruz; mejor dime qué sigue. O sea: adónde te lleva el viento…

Mileto: A Amor.

Cateto: Sí, pues, por eso… ¿Y luego?

Mileto: Te revela cosas. Cosas como que el Logos ha sido crucificado.

Y puesto en su sitio Ágape.

Y la forma esencial del mundo es Ágape.

Desde ese nunc-stans. Ese ahora trascendente.

Cateto: Bueno, ¿y ESO cómo se come, ahora?

Mileto: El tiro de dados ha jugado a nuestro favor en el último turno.

Cateto: jeje

Sigo de acuerdo, pues.

Mileto: No cambia nada.

Cateto: ¿Y ahora?

Ah: ¿es una revelación puramente interior?

Mileto: Pero todo significa algo nuevo.

Cateto: ¿Es cuestión de Weltanschauung?

Mileto: No. Comunitaria y sólo comunitaria. Experiencia eclesial.

El Reino entre nosotros no significa que dejemos de ser pecadores, infelices o de sufrir.

Cateto: Bueno, entonces seguimos en las mismas

Sin una “comunidad eclesial” no se puede ser cristiano.

Mileto: Sino que todo eso se inscribe en un sistema más grande, donde no estamos solos.

No. El cristiano NUNCA está solo.

Cateto: Genau.

Mileto: Porque, aun cuando lo estuviera, lo único propiamente cristiano es Cristo, una persona. Y el tal cristianismo es esa relación con esa persona. Y, en ella, con la creación entera.

Cateto: Bien, de acuerdo

Mileto: Y, bueno.

Cateto: Y, bueno: ¿qué?

Mileto: Hemos sido amados.

Cateto: Pues sí.

Mileto: Eso significa todo esto.

Y nada más significa nada.

Cateto: Pero eso es justo, Weltanschauung. ¿Y la vida fáctica?

Si el cristianismo empieza en acontecimiento, ¿no tiene que volver a acontecimientos?

Mileto: Es que no se qué sea esa palabrota.

Sí, claro: en la vida fáctica sucede el Reino, sí.

Y más bien en obras que en construcciones especulativas, claro.

Cateto: Eso.

Mileto: Y todo es gracia.

Cateto: Por eso: ¿y qué sigue en ese todo?

Mileto: Al final, todo esto o se traduce en praxis o muere.

Cateto: ¿Cuáles son los planes para el año?

Mileto: Así, el consuelo de Dios es que los hombres nos lo demos unos a otros.

Y la salvación de Dios es que nos rescatermos, desde aquí, construyendo aquí las avenidas y las catedrales de Jerusalén eterna.

Cateto: ¿Y cuáles son las avenidas que harás este año?

Mileto: Ah, eso. 1) Recuperar mi esquina de la Iglesia. Mis amigos.

Cateto: Je: “eso”.

Mileto: 2) En Iglesia, lo demás ya se verá.

Cateto: ¿?

¿Qué es “esquina”? ¿Y qué: “en Iglesia”?

Mileto: Este rinconcito de la Iglesia que somos nosotros, nuestra comunidad de fe, de la que hemos de ser protagonistas. Tú, y yo, y los nuestros amigos queridos.

Y los que vengan. Y lo que venga. Que no será gran cosa, claro.

Cateto: Bueno, pero eso es casi una tautología.

Mileto: Y que participará más de la inutilidad de la Cruz que de la gloria.

Y que será Biutiful.

Cateto: ¿Qué sentido tiene recuperar el rinconcito que ya somos?

Mileto: Reencontrarlo. Acuérdate de Chesterton.

A veces hay que darle la vuelta al mundo para descubrir que nuestra casa es nuestra casa.

Cateto: Eso sí: totalmente.

Mileto: Oye, te quiero.

Perdona la distancia.

Cateto: Pero quiero decir… Bueno, no sé qué quiero decir.

Supongo que mi pregunta es qué sentido fáctico dar a la vida, hoy.

Mileto: Encontrar la manera en que la propia vida, nada menos, ha de participar de la impotencia de la Cruz. Creativamente. Desde la libertad que Jesús inauguró para nosotros.

Cateto: Hmmm… No sé qué hacer con esas cosas. Creo que tocas la médula: “creativamente” no es algo por hacer.

Mileto: ¿?

Cateto: ¿Es lo de Schopenhauer, no? El talento es darle a un blanco al que nadie puede darle; el genio es darle a un blanco que nadie puede ver. Quizá la cosa es ahora pasar al estadio ético de Kierkegaard, el de “el marido” anónimo, etc, y empezar a vivir ahí. Yo qué sé.

Mileto: Es que esa es la libertad: teniendo el ejemplo de la vida de Jesús, decidir nosotros el bien y el mal, en cada caso, y elegir siempre el bien.

Ser hombres, pues, a cabalidad.

Cateto: Sí, bien, todo es siempre más fácil y difícil de lo que parece

Mileto: No. No el estadio ético.

Es una libertad encarcelada, esa. Sujeta a la ley.

Cateto: En eso no estoy de acuerdo.

Mileto: Con ella construyes sociedades, Estados, instituciones, órdenes sociales. No el Reino.

Cateto: Me parece una dialéctica profundamente inútil, ésa, entre “ley” y “persona”.

Mileto: Ese se construye en el estadio religioso.

Cateto: Al final nada sale de ahí, excepto estar acorde al discurso de moda progre de hoy.

Mileto: San Pablo. Dostoiewski. El Gran Inquisidor.

Cateto: Hace años en el kibbutz hubo un seminario de Kierkegaard; yo no podía tomarlo, lo tomó el Páramo.

Mileto: En eso estoy pensando.

Cateto: Decía que no hay que interpretar dialéctica-contradictoriamente esos tres estadios.

Más anti-ley es Tolstoy, por lo demás. ¿Lo has leído? Ese tío sí que era un cristiano-joaquinista-anárquico, al final…

Mileto: De acuerdo.

Cateto: Por lo demás, ¿conoces al estoico Hierocles?

Mileto: Sí. No estoy de acuerdo con él. [Mileto parece referirse aquí a Tolstoy, no a Hierocles.]

Cateto: Quizá te gustaría. [Cateto, en cambio, a Hierocles.]

Mileto: Creo que es hermoso, e inútil, su cristianismo. [Tolstoy.]

Cateto: Tiene una propuesta de la ética como una serie de círculos expansivos… no es cristiano, pero está lleno de ideas y cosas chidas… [Hierocles.]

Mileto: Que es, ademãs, un andar a tientas en la niebla. No tiene la irreductible claridad sencilla de Jesús y su doctrina.

Cateto: Yo creo que él diría justo que él sólo se dedica a señalar esa irreductible claridad.

Cada vez creo más que “la cosa” de hoy es una teoría de la argumentación.

Mileto: Es reduccionista.

¡Atxis!

Cateto: ¿?

Mileto: Ahora te perdí yo.

Cateto: O sea: ¿cómo se puede dialogar? ¿Entre cristianos? ¿Entre cristianos y no cirstianos?

Mileto: ¿Y qué tiene que ver la Lógica con el Reino?

Te leo.

Cateto: ¿Qué es la lógica del reino?

Mileto: ¿¿¿???

Ah, ya.

Cateto: O sea: cuando me dices todas estas cosas ¿qué tengo que entender yo?

¿Se las puedes decir a alguien más?

Mileto: No había leído una línea tuya.

Cateto: ¿Tu experiencia en el Sotanillo es un puro privilegio?, ¿lo puedes compartir?, ¿puedes twittear sobre nuevas ontologías a partir de eso, de Ereignis?, ¿te interesaría siquiera hablar de ontologías?, ¿tiene sentido un discurso de estructuras fundamentales?, ¿y cómo hay discurso, sin ellas?, ¿hay, pero no compartido?

Mileto: Como siempre, sí, y no. Es una experiencia comunicable. Pero individual.

Lo es en su universalidad. Porque lo más divino es a la vez lo más humano. Nadie se es, siempre, ajeno. Ya no.

Cateto: Bueno, quizá sería más fácil retrotraerlo a eso de Kung y Ricoeur. Podría leerse, acaso, como “putiza” de Ricoeur a Küng. Pero me parece una lectura muy triste; más bien: algo así como inane

Mileto: Creo que Boff da la clave de este problema hermenéutico. Una experiencia de Dios es, por fuerza, individual, y como tal íntima e inefable. Pero, a la vez, su poder transformador del hombre (divinizante), lo hace conmensurable. Porque se da en el marco de las experienciass humanas comunes, fundamentales.

Cateto: Pues eso es lo que a mí me interesa ahora: ese “marco” de las posibles experiencias comunes. Creo que lo importante es aclararlo, para reintegrar el discurso religioso en el mundo. “Cómo integrarlo” es otra cosa; lo que me pica es si se puede hacer ver que puede integrarse, que vale la pena, que tiene “sentido”.

Mileto: Y es, así, “contagiable”: como invitación a que el otro la haga, desde él mismo: “Haz la prueba y verás”. ¿Qué? Qué bueno es el Señor.

Cateto: No sé cómo casa eso con lo que decías de la “crucifixión del Lógos”…

Mileto: Todo.

Cateto: ¿Todo qué?

Mileto: Porque si es así, expresarlo en términos de Logos (discurso, aproximación epistémica), no basta: sirve, en tanto que conduzca a Ágape. Pero jamás se queda en la crítica, en las condiciones de posibilidad, en ese marco.

Cateto: Eso ya es vivirlo.

Mileto: Sino que irrumpe. Es práxis. Encarnación. Acción histórica (impotente, como el Nacimiento, como la Cruz).

Cateto: A mí me interesa el sentido de poder hablar como cristiano en público. O sea, me encanta lo que dices. La cosa es, me pregunto, si puede hablarse déso en el Agora.

Mileto: Pero que reordena místicamente, la Creación a su origen y fin.

Sí. Se puede.

Cateto: O si, como a San Pablo, y a Dostoevsky y al Pseudo-Dionisio y compañeros anselmianos, nos mandarán a freír espárragos.

Mileto: Corriendo la suerte de Pablo en el Aréopago.

Eso. Eso mismo.

Cateto: Sí, bueno, eso pasará hagamos lo que hagamos

Mileto: Porque el Ágora está montada en el Lógos.

Cateto: También la creación, pues.

Mileto: Y Dios mostró estulta la sabiduría de este mundo.

Por eso, en el Mundo, somos idiotas.

Cateto: Sí, bien, eso creo que hay muchas maneras de entenderlo.

Mileto: Y si no nos mandan a tomar por culo, entonces no estamos predicando al Cristo que los hombres, los poderes de este mundo, su Ley, su religión, crucificaron.

Cateto: Para decirlo rápido, tengo cierto recelo a la lectura de Milbank. También creo que hay maneras y maneras de mandar a tomar por culo.

Mileto: Si nuestro discurso no incendia, no merece llamarse cristiano porque le falta, precisamente, Jesús. No conozco a Milbank. ¿Quieres explicareme un poco?

Cateto: Mi temor es: leer tan literalmente eso de la estulticia del mundo que pretender que el cristianismo no sea un discurso “racional”, por decirlo de algún modo. O vivir como esos “locos” orientales, que manifiestan el mensaje cristiano en su locura. [Cateto se refiere aquí, probablemente, a yurodivy.] En resumen: cualquier versión de doble verdad, cualquier separación del cristianismo del mundo de la razón… O al revés: creo aún en eso del cristianismo como “vera philosophia”.

Mileto: Ya. Es que el Logos no basta para conocer al hombre mismo.

Cateto: ¿Cuál Logos, dices aquí?

Mileto: De ahí que rechace lo que le es más íntimo: serle ajena hasta su vida, estar pendiente de Dios.

El de los filósofos.

Cateto: Tampoco me divierte esa separación del “dios de los filósofos” y el “Dios cristiano”.

Mileto: Por eso, el Evangelio es, ante todo, una antropología: un tratado sobre el hombre; sólo luego lo es sobre Dios.

Cateto: Como si los filósofos vivieran en su teatrito de marionetas, adorando sus conceptos. Eso me suena también inane.

Mileto: Así es, though.

Cateto: Esa es una afirmación.

Mileto: Dime a qué han llegado los filósofos. Qué es su Dios.

Cateto: Pero bueno: ¿no piensa, por lo demás, lo contrario, Anselmo? ¿Y San Pablo, en los Romanos?

Es que, a la sazón, no hay “los filósofos”, como no hay “las frutas” Cada quién llega donde puede. Que algunos lleguen a alguna cosa, de acuerdo. Que algunos adoren conceptos, de acuerdo. Pero no es igual Anselmo que Spinoza ¿o sí?

Mileto: No es, ni en las elaboraciones cristianas del Dios de los filósofos, una persona, a la que amar u odiar, que interpela y exige tomar partido, encarnado y actuante en la Historia, preocupado por la suerte de los hombres.

Cateto: Buah, de acuerdo, si quieres aun en algunos filósofos cristianos. Pero no en todos.

Mileto: Anselmo es grande.

Cateto: ¿No verías algo distinto, por ejemplo, en los sermones de Eckhart, tal vez?

Mileto: En su Proslogion, en efecto, elabora un buen argumento. Pero no el ontológico, que es simpático e inútil. Sino en el antropológico, donde no argumenta nada, sino su propia experiencia. En su invocación inicial hay más verdad que en todo el argumento.

Cateto: Bueno, pero tampoco se trata de escoger el “argumento ontolígico” y de ahí derivar el “dios de los filósofos”.

Mileto: Desconozco a Eccart.

Cateto: Bueno, pues las mismas invocaciones aparecen en Escoto. O en el comentario de Tomás al Credo, donde dice lo mismo que tú, más crudo: hay más verdad en un insecto que en la mente de todos los filósofos. O sea: que los filósofos cristianos bien conocen su limitación. So?

Mileto: De acuerdo. Pero es la parte de la que el Logos más raciocinante pasa de largo.

Cateto: Eso no elimina el valor de los discursos

Mileto: Claro que no.

Cateto: Bueno, por eso digo: una teoría de la argumentación que entienda que hay un sentido de lo religioso, aun si no lo entiende; o mejor: una teoría de la argumentación que sea a la vez una crítica a la reducción a ese sentido “más raciocinante”. Como Taylor, etc. con lo que, creo, llegamos al punto en común, al fin ¿no?

Mileto: Lo que digo es que haríamos mejor en buscar los argumentos que subyacen a las invocaciones que en los argumentos propiamente dichos. Sí: punto común, al fin.

Cateto: Lo que yo querría añadir es que eso supone un marco común a ambos: precisamente el momento en que llamamos a ambos “argumentos”.

Mileto: Mi tentación: cierto irracionalismo impaciente, despreciando las posibilidades de la sola ratio.

Cateto: Es una cuestión relativamente sencilla, en el fondo: se puede hablar con sentido no sólo desde la razón de instrumentos.

Mileto: Tu tentación: el racionalismo sistematizante y reduccionista.

Cateto: Sí.

Mileto: Ambas, aquí bien libradas.

Cateto: Pero yo diría más bien el sistematismo: justo lo que quiero es evitar los reduccionismos; y tú justo lo que quieres es, bueno, una razón de la vida, lo que elimina el fondo de irracionalismo. Así que, eso: punto común.

Mileto: Bien.

Cateto: En cuanto acabe con las cosas actuales tengo un par de ideas para empezar a estudiar esas cosas.

Mileto: Deberíamos publicar esta conversación en Hapaxes, a modo de diálogo. Nos quedó fantástica. Platón nos abrazaría.

Cateto: Lo que entendí de Milbank, pero acaso esté yo mal, era como algo al revés: un intento de tomar la teología como primer saber, de modo que toda racionalidad discursiva debía cobrarse desde ella… Algo chistoso.

Mileto: ¡Edítala!

Cateto: jajajaja

Mileto: ¡Hazlo!

Cateto: Pero son sólo sugerencias, Mileto. ¿Qué hacemos con esto? Valdría más tener de verdad es blog privado de discusión del que hablábamos en Camboya. Aunque fuera como un “regulador metodológico” contra nuestros imprompta… ¿no?

Mileto: jaja

Sí. Pero me temo que nos falta la sistematicida requerida para armarlo. A mí, sobre todo.

Y a Chumgabwamba, también.

Cateto: ¿Por? Lo hacen bien en twitter y facebook, así que esto no debería ser tan difícil…

Mileto: jajaja

Porque en uno y otro alimentamos nuestro ego. Vanidad, motor poderoso. En privado, no hay tal motor. Verdad sea dicha.

Cateto: ¡En privado es como MÁS se alimenta el ego!

3 comentarios:

M. Lecón dijo...

Desconozco demasiadas referencias para seguir la conversación. El lirismo de Mileto, el laconismo de Cateto, no ayudan. Apenas barrunto lo que dicen. Y, así: a tientas, me siento más cercano a la posición de Cateto. Mejor dicho: al flanco desde el que embiste (es cierto que, también, es el que asgo mejor). No estoy seguro si hablar de una "teoría de la argumentación" sea lo mejor (me incomoda, sobre todo, "teoría"). Quizá convenga hablar de "discurso", así en ambiguo. Creo que los árabes (Al-Ghazali, Alfarabi) iban por ahí: rehabilitar la dialéctica para el discurso religioso en aras de la razonabilidad de las creencias religiosas (que, por cierto, es otro frente afín –si no, el mismo– al de Cateto). Abrazos a ambos.

david-. dijo...

Bueno, por lo que entendí del cuento, me imagino que Cateto no tendría inconveniente en dejar de lado "teoría" y hablar de una "regla del discurso", o de un "método", o una "regla"... incluso de una "terapéutica".

¡Y sí que son geniales, los árabes! Aunque creo que su rehabilitación dialéctica no les parecía peleada en absoluto con los "sistemas". Pasa que ahora que oímos "sistema" pensamos en "un racionalismo sistematizante y reduccionista". Creo que esto mismo es un prejuicio reduccionista. Quizá los árabes sólo pensarían en "apodeixis", como complemento de la dialéctica, reconociendo las distintas competencias, y la posibilidad de armonía.

Bonita cosa, la armonía.

M. Lecón dijo...

Cierto. "Sistema" no es un término al que deba huírsele. Sin embargo, antes que un "sistema" para discutir o un "sistema" para normar el discurso, se tendría que hablar de un "sistema" lógico –que no es lo mismo–, sobre el cual "montar" la teoría argumentativa. La teoría de la argumentación tiene más de técnica que de teoría; es apenas la interfaz.

Acerca de los árabes. Entiendo que, efectivamente, la rehabilitación dialéctica iba acompasada de la lógica –entendida como sistema–. Sin embargo, mientras la una permitía hablar de la creencia religiosa en el espacio público, la otra era un método de verificación –al menos de la consistencia– para el libro. Pero, sí: molan.