365 días en perspectiva
El año fenecido ha dejado en mí un rescoldo de tristeza. Y no podía ser de otra manera: lo contrario sería mera frivolidad fingida. Sufrí un profundo desamor… Días fragosos, en definitiva. Pero este incipiente año es el año de la esperanza, y no una esperanza volcada de manera exclusiva hacia el futuro, sino una esperanza que nos regala hoy y ahora la seguridad de un Compromiso, cuya plenitud se revelará al hombre, con claridad diamantina, al final de los tiempos.
El año fenecido ha dejado también, como contraparte, una llama de felicidad. Recuperé amistades perdidas y las afiancé; profundicé en las de antaño; aprendí, de pequeños y grandes desencuentros, algo más sobre el hombre: algo más sobre mí; conocí personas de buen corazón que me han enseñado mucho sobre la amistad, la belleza, la erística, etc. De suerte que me he hecho pelín más prudente. Y no por un esfuerzo ascético (mein kampf) que me llenase de presunción. Antes bien, por la experiencia de algunas almas pródigas de auténtico cariño. Cuando uno es amado, reconoce la infinita fortuna que esto implica e intenta poner todos los medios para corresponder dignamente a este amor, conservarlo y acrecentarlo – sin ni siquiera proponérselo expresamente –. Lo primero, pues, es el amor (el Amor). Ahí surge la virtud – por lo menos la privada o particular –. Su génesis no es la utilidad ni la búsqueda de la felicidad, sino el compromiso inicial de la relación personal (única e irrepetible; una singularidad relativa, en términos blathasarianos) y el afán de permanencia –sostenido no tanto por un voluntarismo, cuanto por la gracia que todo amor dona al amado, fomentando, así, la fidelidad –.
Decía un amigo que la mejor definición del laico en medio del mundo es la dada por Jesús: “He aquí, yo os envío como ovejas en medio de lobos” (Mt. 10,16). Hace ya algún tiempo descubrí que esta era mi misión; pero en el 2007 este descubrimiento tomó una fuerza inaudita. Algunos años fueron necesarios para comprender su importancia (el acto de ser personal, según D.-) y asumir su dramaticidad (Col. 1, 24), aunque, tristemente, haya sido por vía apofática. La interiorización de este compromiso es una empresa de toda la vida. Espero que el 2008 marque un hito en este sentido.
No creo haber perdido mi “camino” por mi salida consciente del XY. Tampoco soy de la opinión que fue un tiempo fútil (lo que traería aparejado un intento patético y anacrónico de buscar el tiempo perdido: “À la recherche du temps perdu”). Donde hay gracia de Dios, jamás se pierde el tiempo. Más bien, pienso yo, fue un periodo que me ayudó a tomar consciencia de la necesidad de un laicado comprometido con el mundo – el mundo real, donde hay tristeza, azar, maldad, amor, desamor, etc. –, de la necesidad de una teología del laicado hecha por teólogos laicos, que asuma plenamente lo propuesto por el Vaticano II; del peligro del moralismo, que privilegia la acción sobre la gracia, y subyuga – por separarlas equivocadamente – la sobrenaturalaza a la naturaleza; y por último, del deber – nunca un lujo – de estudiar teología, entendida como la reflexión sobre la Palabra y la Tradición, cuya finalidad es encontrarse integralmente con el Dios vivo, y enseñarla con la inteligencia y con la existencia.
Ardua empresa me espera. Espero estar a la altura histórica de este kairos de mi vida.
11 comentarios:
Ante un texto así, la "distancia hermenéutica" entre autor y lector puede llevar a la banalización. Ojalá eso no suceda.
Yo sólo querría poner un par de referencias en torno a la esperanza y su ausencia. Sobre la esperanza, un texto poco conocido de Tolkien (en la Historia de la Tierra Media, X, 320):
'Alas, lord!' she said. 'But Men have been diminished and their power is taken away: darkness lies before us, into which we stare in vain.'
'Have you then no hope?'
'What is hope?' she said. 'An expectation of good, which though uncertain has some foundation in what is known? Then we have none.'
'That is one thing Men call "hope",' said he. 'Amdir we call it, "looking up". But there is another which is founded deeper. Estel we call it, that is "trust". It is not defeated by the ways of the world, for it does not come from experience, but from our nature and first being. If we are indeed the Children of the One, then He will not suffer Himself to be deprived of His own, not by any Enemy, not even by ourselves. This is the last foundation of Estel, Hope, which we keep even when we contemplate the end.'
Sobre la desesperanza, aquí hay un artículo interesante, "Ivan Karamazov's Mistake":
http://www.firstthings.com/article.php3?id_article=2110
En todo caso bien recordar que, aunque la vida física esté sometida al tiempo cronológico, su auténtica medida es kairótica. Lo contrario es la concesión al nihilismo. 'Not, I'll not, carrion comfort, Despair, not feast on thee', como diría Hopkins.
Es una maravilla saberse que se sigue en "el camino" cualquiera que este sea.
Nos vemos el 18?
Un abrazo fuerte y sincero.
Que ni qué, estimado A, es ustè un gran caminador y por tanto, sabes recorrer caminos...
Y sí, la mesma pregunta que hace el Iván me la hago yo también: tons qué chavo, nos vemos el 18?
Un abrazo.
Sergio.
DEFINITIVAMENTE SUSCRIBO...MUY ADECUADO! MUY!
La vida ha superado mis expectativas de hace algunos meses y ha dado paso a una catarsis profunda que deja un buen sabor de boca, despues de tanta amargura.
Saludos!
David: El texto de Tolkien es, por lo demás, sublime. Y la pequeña cita de Hopkins me genera curiosidad de conocerlo. El de la deseperanza aún no lo leo; pero lo haré. Bien sabes de mis analogías con Ivan Karamazov.
El tiempo kairótico: totalmente.
Para que la vida humana sea un auténtico kairos y no mera fortuna, se necesita de un Ephapax.
Salud!
P.S. Ya deberías subir algo en este bló, Gino. Necesitamos de tu agudeza.
Ivan: qué gusto verte por estos lares, man. Ten por seguro mi asistencia al Ruta 61. Brindaremos, cantaremos... Ya tengo el disco del Vedder; te lo voy a quemar.
Abrax, como diría el Fénix.
Phoenix: Tú eres una de las referencias veladas que hago de las personas que me enseñaron muchas cosas el año pasado, especialmente sobre la amistad y la erística. Abrazo.
Marifer: Tú salvas el problema que David menciona al principio. Nuestras experiencias son análogas. Confiemos en las sorpresas que nos depara el "Deus semper maior". Un abrazo empático, como diría Diego Rosales.
Salus!
Estimado A, pura crecedera, caray. Lo digo, como dicen, "en buen lid". Me da gusto, pues. Estaba de buenas antes de leer este texto pero ahora estoy más de buenas, lo cual es una gran cosa.
Saludos.
De verdad, hasta me dieron ganas de posponer casi indefinidamente mi lectura de "Por qué no soy cristiano" de Russell, que lo tengo aquí enfrente.
Qué gusto verte por aquí. Ha tiempo no sabía nada de ti. A ver qué día brindamos por el año nuevo, la vida, la situación, etc., ¿no?
Si te puso de buen humor el texto, ya valió la pena haberlo escrito.
Me enteré que ya publicaste en el bló de Letras Libres: ¡felicidades!
No te preocupes por Russell: critica a un ídolo del crsitianismo; al auténtico, ni de pasada lo menciona. Pero eso sí, escribe magistralmente.
Salud!
¡Hermosísimo texto de Tolkien! No puedo no expresar mi gusto al respecto, siendo yo también una fervorosa seguidora de sus letras... Y aún así, me falta tanto por leer, caray. Gracias por compartir el fragmento, David.
Por cierto que gracias por compartir este mensaje... y por la sinceridad de un corazón abierto.
Estoy pasmado, A., querido amigo. Totalmente pasmado. Me desconcierta que abras tan así tu intimidad, a la blogósfera, sin velos y con franqueza.
No sé qué decir.
Pienso mí mismo... y lo hago sin satisfacción.
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