jueves, marzo 31
martes, marzo 29
Otro día de ira
El asesinato de JFSO provoca indignación y asco. El domingo apareció una entrevista del presidente de México, hablando de sus logros y retos, pidiendo comprensión y amor al país. Percibe que una de las grandes especialidades de los mexicanos es hablar mal de México.
Publicó: david-. 3 comentarios
Küng y Ratzinger
Una reseña comparativa de sus nuevos libros: Jesús de Nazaret II y ¿Puede la Iglesia aún ser salvada? El autor Samuel Gregg, es director del Acton Institute y se nota. La reseña dice exactamente lo que se esperaría que dijera.
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miércoles, marzo 9
Keith Jarrett
Hasta hace poco descreía poder escuchar música y, simultáneamente, leer o realizar otra actividad. Todo ese tiempo me sentí incapaz de hacer dos cosas a la vez o, al menos, de acompasar el trabajo intelectual. La música clásica, confieso, nunca ha sido una opción: padezco el prejuicio según el cual hay que entenderla para disfrutarla. Y como ni sé, ni la disfruto, estoy frito -al final, creo que el gusto por la música clásica es como dice el personaje de Al Pacino en Carlito's Way, acerca de ser un gángster: "no se aprende en la escuela, y no se puede empezar tarde”. Pasa algo distinto con el jazz. Ah, nada mejor que leer filosofía al son de Kind of Blue de Miles Davies o redactar papers a ritmo de A Love Supreme de John Coltrane o de Getz y Joao Gilberto o Herbie Hancock y su funk. Sin embargo, cuando se está ante un texto que exige mayor concentración, he descubierto, lo mejor es escuchar a Keith Jarrett. Cualquier concierto de piano sirve. Pero, si uno se pone quisquilloso, hay que elegir sin chistar The Köln Concert. Por mucho, es la mejor entrega del jazzista de Pennsylvania. Eso sí, la portada es engañosa. Gracias al efecto provocado por el blanco y negro de la imagen, Jarrett luce moreno y atabardillado sobre un piano. Pero quien lo busque a través de Google ahora, se topará con un hombre blanco, acicalado, de bigote níveo y sonriente. No intento pontificar sobre música: mi exquisitez, temo decir, pasa del jazz a Joan Sebastian, Juan Gabriel y Vicente Fernández, haciendo parada en Chico Che. Pero no hay que ser un experto para reconocer que Keith Jarrett es un genio.
No es casualidad que durante años tocara junto con Miles Davies, ni que grabara más de diez discos de música clásica (diferentes sonatas y suites de Bach, Mozart y Handel).
Pueden verlo aquí y acá y con Chick Corea tocando a dos pianos. Las falanges de Jarrett se dislocan tonalmente. Técnicamente es impecable aunque cuando toca clásica, he de admitir luce afectado. Uno de los comentarios al video en YouTube, socarranomente, dice algo así como: "el tipo le está haciendo el amor al piano". Y otro, con menos saña, añade que: "Jarrett desaparece para hacerse música". Una y otra metáfora son afortunadas. Sí: lo de Jarrett es casi orgásmico. A la música, le siguen pujidos y gemidillos que la hacen más sabrosa. Jarrett se convulsiona, gesticula, patalea y jadea con ritmo inmejorable. Sí, también: es difícil distinguir si el instrumento es el lánguido pianista de aires "birutescos" o el elegante armatoste negro que lleva y trae a Jarrett de un lado para otro del banquillo. Para no faltar al cliché del genio, a Jarrett le sobran extravagancias. Es un autoexiliado: pasó diez años sin dar un concierto en Norteamérica. Es obsesivo: cuando decidió dedicarse a la música contemporánea, abandonó por completo el jazz. Es arrogante: ante la pedantería del gremio, decidió componer su propia música de orquesta. Más o menos así nació Spirits. También es conservador: enemigo declarado de los instrumentos musicales electrónicos . Pero, cuando toca, Keith Jarrett es un histérico. Hasta el grado en que, según Wikipedia, ha detenido conciertos, ya por gente tosijuda, ya por sospechar que alguien en el público lo grababa. ¿Por qué la arrogancia de los genios? Y uno está ahí sentado, sin muchas habilidades, escuchando los acordes de la primera parte del famoso concierto de 1975, imaginando cómo habría silenciado un estornudo de haber estado ahí, e intentando traducir un texto tardoescolástico acerca de la libertad y la acción voluntaria, cuando mi vecino de mesa en la biblioteca toca mi hombro pidiéndome que le baje el volumen a mi iPod. "No friegues", pienso; "ni que fueras Jarret".
Publicó: M. Lecón 3 comentarios
viernes, marzo 4
Primitivo: fuego, juventud, memoria
Según Nietzsche, hay tres formas de hacer historia: anticuaria, monumental y crítica. A diferencia de las otras dos, cultas cada una a su manera, la anticuaria fluye de manantial humilde; se origina en el corazón y en el instinto. Su motivo es piadoso: busca crear una memoria de acontecimientos que se han diluido o están por diluirse. Desenterrar las raíces, contar la vida cotidiana de un pueblo, del hombre común. Ponderar sus rituales y creencias. En suma, rememorar el terruño. No sirve para hacer, sino para restaurar el ser; no construye, instruye. Su manifestación más espontánea, al decir de Luis González y González, es la microhistoria.
Publicó: Phi.Lord Chandos 3 comentarios