viernes, abril 18

Sueños, gordura y paternidad



Hace unos días tuve que escribir un artículo sobre obesidad. Tenía que decir que la obesidad era un problema para la salud, que había un problema alimenticio en México (en este caso por exceso) y que el gobierno estaba tomando cartas en el asunto incluyendo frutas y verduras en los desayunos gratuitos. El texto resultó sumamente técnico, lleno de datos duros del tipo de 70% de la población entre 30 y 60 años padecen de sobrepeso u obesidad, o, que la prevalencia combinada de ambos factores, entre los menores, es de un tercio.

No sé. Quizá vaya a ser un mal padre. Pero hoy, si me preguntan ahora, diría que quiero tener un hijo gordo. Un verdadero menor obeso. Que rebase los parámetros de sobrepeso y engruese las estadísticas: mi hijo será un regordete. Se llamará Sebastián, "Sebas". No es una decisión precipitada. Le he dado muchas vueltas y cada vez me convenzo más de mis deseos. Mi primogénito será un niño gordo durante los primeros años de su infancia. Casi hasta los siete años. Su dieta estará basada en carbohidratos, harinas y azúcares. Sus brazos y piernas serán pequeños embutidos, suaves (como solamente la piel aún no corroída por el sol y el ambiente de un niño puede serlo). Tendrá un redonda y flácida barriga que extienda las fibras de sus ropitas. Su cuerpo estará lleno de pliegues: tersos rollos de piel que se apilan uno encima de otro. Sebas será gordo. Un niño que no sea fácil de cargar entre brazos. Simpático. Adorable. Glotón. Que se sienta orgulloso de su gordura, que coma dulces y golosinas hasta el hastío, refrescos, donas, papitas, cualquier cosa que ayude a incrementar su peso.

¿Problemas de autoestima? Imposible. Sebas será el consentido. ¿Juguetes? Los que quiera. ¿Dinero? Para su lunch. ¿Amor? Más que a sus hermanos. ¿Atención? ¿Confianza? Lo tendrá todo. Cualquier cosa.



Cuando he compartido mi sueño he sido duramente criticado. Que si va a ser un rechazado, que si va a tener problemas de salud, que si nunca va a enflacar, que si nunca tendrá novia, que si soy cruel, inhumano… que si todos aquellos que me criticaron fueron unos gordos frustrados, desdeñados y bobos y temen que le pase lo mismo a mi hijo. Pero nada ni nadie me hará cambiar de opinión. Todos esos detalles los tengo calculados. Existen riesgós, sí. Pero ninguno que no pueda sortearse cuando llegue el momento. Por ejemplo, Sebastián tendrá licencia para golpear. Cualquiera que se atreva a molestarlo Sebas lo golpeara. Sus brazos y puños rechonchos asestarán un buen golpe a todo malandrín que se mofe de su redondo cuerpecillo.

Además, llegada la edad en que la gordura deje de ser simpática, Sebas ingresará a una dieta, inspeccionada por un nutriólogo, y a un régimen estricto de actividad física. Y, entonces, cual crisálida, de ese enorme capullo de carne, saldrá un Apolo. Un Adonis que, en sus primeros años, se habrá granjeado el respeto social de sus compañeros (a golpes) y que estará listo para interactuar con el otro sexo.

¿Que todo esto es cruel? No lo creo. Sebas será un niño sano, ya lo verán. Será inteligente, chistoso y comelón. La paternidad me emociona. El proyecto de un hijo rollizo y carismático me entusiasma. Es un sueño legítimo. Alguien más, me imagino, puede anhelar un hijo genio, pintor, futbolista o atlético.



El mío, sin embargo, será gordo.

14 comentarios:

Darío Zetune dijo...

Me estás empezando a dar miedo L...

Y cuando dices que tu hijo va a ser un Apolo... entonces me doy miedo a mi mismo por la reacción que tuve al leerlo.

¡Somos unos sucios!

Darío Zetune dijo...

Castel: tú censuraste mi comento anterior?

Darío Zetune dijo...

me refiero al del post anterior.

Darío Zetune dijo...

¿Qué horas son?

M. Lecón dijo...

Eres un esquizofrénico Serch. Seguro fuiste gordo de niño, gorda. Y, por favor, no contamines mi ilusión con tus mórbidas intenciones.

Enrique G de la G dijo...

Hay un debate en Inglaterra porque un matrimonio pidió a los genetistas un hijo sordo, y de entrada se negaron, pero la discusión está que arde.

Por lo demás, qué triste eso de "tuve que escribir un artículo", jaja...

Saludos.

JulioTallo dijo...

No es de mi cosecha. Es de la cosecha de Bolívar, quien como todo ser humano ignoraba cosas.

Ahora... ¿Hay algún problema con eso? ¿Acaso eres Director Coprófago Internacional de la Real Academia de la Lengua Española?

Bonito blog, espero le sepas dar un buen uso, y no te la pases de craso como muchos otros.

Felíz vida, Camarada.

Ladinoamericano dijo...

Conozco tu sufrir. Y muy bien por las grandes esperanzas que tienes puestas en tu hijo. ¿Serch se está autocensurando? La siguiente vez que sesionemos podemos someter a votación el derecho de Serch a ser colaborador de este blog (una vez que haya pasado por el rito de iniciación).

Phi.Lord Chandos dijo...

Eres un pervertido, Castel. Bendito Dios que no fui tu hijo.

Enrique: qué gusto verte en este paraje. Sobre tu comentario. Me parece una total corrupción de conciencia querer que un hijo nazca sordo... Un sinsentido. Como si los hijos fueran un "algo" de lo que los progenitores pueden disponer con capricho. ¿Dónde queda la autonomía, tan proclamada por los bioéticos liberales, del bebé?

P.S. La primera foto del bebé gordo es insuperable. Dan ganas de echárselo en un taco.

Darío Zetune dijo...

ñeee, es más mórbido planificar la existencia de otro humano dendenantes que nazca, a que, una vez que ya está más desarrolladito, ejemp, pues uno le muestre caminos alternativos...

No. Nunca he sido gordo. Siempre he sido una varita de nardo. Siempre he sido un flaco impune.

El Justo Medio dijo...

Yo también opino que eres un pervertido. Sobre por lo de la barriga flácida. Estuvo asqueroso. La regordetez en los bebés puede llegar a ser adorable siempre y cuando haya firmeza y, por supuesto, que no hasta los siete años. Morboso.

Fragua dijo...

Primera vez que entro a este blog y no pude mas que reir con este post. Llamenme morboso y enfermo como a J.P. pero su idea de un hijo gordo no suena tan descabellada para mi. Si de todos modos la idea de tener un hijo - dicen muchos - es totalmente egoista, pues entonces a desarrollarla con tiempo y bien y con algo de humor, que buena falta que le hace al mundo.

Saludos de este flaco esquizofrenico

(Disculpa por la falta de acentos; este computadora nomas no le jalan esas cosas)

M. Lecón dijo...

Enrique: me uno a las palabras de Chandos, es un gusto recibir tu visita. Espero que mi proyecto sea menos perverso que el de aquellos ingleses. Y sí. Es una pena eso de escribir ahuevo.

Chandos. Justo Medio: No encuentro lo pervertido en mi visión. En verdad, me encargaré que mi hijo sea feliz gracias a su gordura (no a pesar de ella). Además, será un estado transitorio. Todos los niños gordos caen bien.

Chemas: Gracias por tu comprensión. Secundo la revisión del caso phoenix.

Justo Medio: la gordura firme es un fenómeno extraño que no se da en los niños. Todos los niños obesos son flácidos y suaves. Ahí su encanto. Las barrigas duras y consistentes son propias de señores pulqueros que cultivan una panza etílica.

Serch: pansexualismo, pansexualismo, pansexualismo. Puedes tachar a Sebas de tu lísta: el no será frágil.

Esquizzo: bienvenido. Pásala bien en el blog. Y, en efecto, parece que el mundo no está listo para Sebas. Sin embargo, peor para el mundo. Saludos.

Anónimo dijo...

¿Quién sino yo, será madrina de Sebas?